martes, 5 de septiembre de 2017

VALLADOLID 1967: LA INTERESANTE FERIA DEL GANADO CHARRO.

CUATRO OREJAS A PAQUIRRI QUE SALE EN HOMBROS. OREJA A PALOMO Y GRAN FAENA DE ANTOÑETE.
Comentario a la corrida de toros celebrada esta tarde en Valladolid, tercera de su Feria, según la manera de ver de Curro Fetén, servidor de ustedes.  19-9-67
Otro lleno impresionante. Cartel de no hay billetes y reventa. Los espadas encargados de pasaportar el encierro de don Francisco Galache son Antonio Chenel “Antoñete”, que sustituye al Viti, Palomo Linares y Francisco Rivera “Paquirri”. Los toros del ganadero charro, bien presentados, cumplieron en su conjunto.
El toreo de Antoñete es de tal plasticidad, de tal armonía que verle ejecutar las más diversas suertes produce gran placer al aficionado. Sus verónicas de lento compás, sus medias de remate, son un portento de armonía y gracia, de elegante sobriedad. Y después, con la muleta en este primer toro de su lote, ha bordado el toreo al natural, dando a los muletazos tal prestancia, tan natural belleza, que la plaza ha vibrado de entusiasmo. Naturales largos, lentos, pausados en los que el toro iba como hipnotizado tras el rojo engaño, a dos dedos de la tela de los pitones, pero lejos siempre de rozarla por el maravilloso temple y el extraordinario mando de que hacía gala el torero. Ha sido un deleite verle ejecutar el pase fundamental, que al ser rematado apretadamente con el de pecho, ligándolo a la perfección, ha puesto al aficionado en pie. Y la mano diestra ha dibujado pases en redondo plenos de gusto, cadenciosos. Una gran faena, una de las mejores faenas de la feria, pero que no se premió con trofeos por el mal tino con el acero, ya que hubo de precisar de pinchazo, estocada con salida indiscreta y cuatro golpes de cruceta para finiquitar a su enemigo. Como premio a la bondad del trasteo y en medio de una clamorosa ovación, dio triunfal vuelta al ruedo recogiendo el homenaje del público. Al cuarto lo toreó muy bien con el capote en lances de saludo, pero la res llegó al trance final con corta acometida, revolviéndose y tirando la cara arriba en su corto viaje. Pese a ello, el madrileño intentó el lucimiento en varias series de pases sobre ambas manos, aunque no pudiera sacar el partido que deseara de su deslucido enemigo, al que mató de una estocada. Escuchó una gran ovación con saludos.
"Antoñete" en un momento de su triunfal
actuación en Valladolid. 

La primera oreja de la tarde fue para Sebastián Palomo Linares. El muchacho se había hecho ovacionar con fuerza en las verónicas que instrumentó como saludo al segundo de la tarde, al que cambió con una sola vara. Su faena fue brindada al actor Robert Stark, que se encontraba en una barrera presenciando el festejo. Primero, unos doblones muy buenos y después tiró de repertorio al ejecutar una alegre, pinturera y variada labor, de la que destacó un toreo al natural y en redondo, pleno de temple y garbo, que mereció los honores de la música y las ovaciones. Una excelente faena de Palomo linares, en la que toreó con temple, mando y esa garra que le hace ser uno de los toreros más taquilleros del momento. Mató de una estocada y se le otorgó la oreja de su enemigo, con fuerte petición de otra y triunfal vuelta al ruedo, recogiendo toda clase de prendas de vestir. El cuarto es un toro mansurrón, que tras salir suelto del caballo, no se empleó nunca con bravura, haciendo una pelea sosa y distraída, aunque en ocasiones embistiese a oleadas que encerraban gran peligro. Pero como Palomo tiene oficio y valor, a fuerza de porfiar, de pisarle el terreno al manso y deslucido animal, logró varias series de muletazos sobre ambas manos, que se jalearon con fuerza. Mató de pinchazo, estocada y descabello y escuchó una gran ovación con saludos. No se podía hacer más que lo que había hecho, mostrarse torero y valiente siempre.
Palomo brindando el primero toro de su lote.

Triunfador grande, rotundo, ha sido Paquirri. El gran torero de Barbate ha dado una completa lección de su alegre, mandón y clásico toreo. Largas afaroladas rodilla en tierra, chicuelinas, verónicas plenas de hondura, han ido manando de su templado capote, con el que ha gustado las mieles del triunfo más sonoro, teniendo que saludar montera en mano en su primero, tras llevarlo magistralmente al caballo con unas chicuelinas galleadas. Y en banderillas, una vez más hizo gala de su completo dominio de la suerte, prendiendo en sus dos enemigos pares de poder a poder y al quiebro que entusiasmaron y le valieron las mayores ovaciones. La franela en sus manos ha sido látigo en las dobladas iniciales con las que ha dominado la aspereza de su primero y caricia después al templar extraordinariamente las embestidas de sus enemigos, a los que ha instrumentado pases en redondo y al natural de perfecta armonía. Dos faenas gemelas en calidad, idénticas en hondura y clasicismo, que han llegado con fuerza tremenda a los tendidos, entregados al valor sereno y reposado del gaditano. Cómo sería su primer trasteo de completo y acabado, que pese a precisar de pinchazo, estocada con salida y descabello, se le otorgaron las dos orejas y aún tuvo que dar dos triunfales vueltas al ruedo. En el sexto realizó otra excelente labor muletera, que al ser rematada con una estocada y dos golpes de cruceta, le valió las dos orejas y la salida triunfal en hombros. Un triunfo claro, merecido y rotundo de Paquirri, un torero que va a más cada tarde. 
Paquirri, en un desplante muy de su marca.
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