EXCELENTE
CORRIDA DEL CONDE DE LA CORTE
Comentario a la corrida celebrada esta tarde en
Murcia, tercera de su feria, según la manera de ver de Curro Fetén, servidor de
ustedes. 8-9-67
Toros del Conde de la Corte para Juan García
Mondeño, Francisco Rivera Paquirri y Ángel Teruel
La corrida de esta tarde será recordada en Murcia
porque los tres espadas alternantes, cada uno dentro de su estilo, han hecho
cosas importantes a una seria, y noble corrida del Conde de la Corte. Una
corrida de verdad, con trapío para dar y vender, excelentemente presentada y
con pitones de toros de principios de siglo. Y así a nadie deberá extrañar que
los tres espadas hayan salido en hombros de una multitud de entusiastas que,
tras pasearlos por el ruedo en volandas, se los hayan llevado por la puerta
grande por las calles de la ciudad. Y de no haber existido un absurdo rigor
presidencial, que le ha valido justas broncas al usía, el balance de trofeos
hubiera sido de asombro.
Los tres espadas abandonan el ruedo en triunfo |
Abrió el festejo el caballero rejoneador don Álvaro
Domecq Romero, que tuvo que pelear contra la mansedumbre y falta de estilo de
un toro de doña María Cruz Goméndio. Estuvo el caballero jerezano magistral en
la monta y en la colocación de los hierros de castigo y banderillas a una y dos
manos, ganándose por ello fuertes ovaciones, Tras dos rejones de muerte echó
pie a tierra y tras breve faena, pasaportó a su enemigo de cuatro pinchazos y
dos golpes de cruceta pese a lo cual, hubo ovación con saludos para el
caballero.
Ya en
lidia normal, se corrieron seis toros de los herederos del Conde de la Corte,
como queda dicho. Juan García Mondeño ha tenido una tarde plena de aciertos,
tanto al torear con el capote como al manejar la muleta y espada. El primero de
su lote, que de salida quiso saltar al callejón, se fue luego para arriba y
permitió al gran torero de Puerto Real enjaretarle una excelente labor
muletera, en la que el ex-novicio toreó con superior arte y con tales apreturas
que puso al público en pie. Y así, pisando firme y seguro, templando y
corriendo la mano en todos os muletazos, desarrolló una completísima labor
muletera, en la que los naturales, derechazos y los de pecho, tuvieron
auténtica calidad. Mató a este toro de pinchazo, estocada y descabello y hubo
fuerte petición de oreja que no fue concedida y bronca al presidente. Mondeño
se limitó a permanecer entre barreras en tanto que arreciaban los aficionados
en sus ovaciones, que continuaron cuando ya había pisado la arena el segundo de
la tarde, teniendo que saludar montera
en mano. Pero quedaba otro toro en los
corrales para el torero regioporteño y con él formó tal escandalera, estuvo tan
en torero, tan valiente, que la plaza entera fue un clamor de ovaciones cuando
desarrollaba el personal artista una variada y completa labor muletera en la
que hubo pases sobre ambas manos de perfecta ejecución. Y esta vez la
presidencia no tuvo más remedio que otorgarle las dos orejas, tras matar a su
enemigo de pinchazo y una gran estocada. Mondeño paseó el ruedo siendo portador
de los trofeos tan justamente ganados.
Juan García "Mondeño" |
Tres cuartos de lo mismo que le pasó a Mondeño en su
primero, le ocurrió a Paquirri en el segundo de la tarde. Había saludado al del
Conde con unas largas de rodillas y unas excelentes verónicas y tras tomar la
res una vara en la que derribó, hizo un apretado quite por gaoneras que le valió
nuevas ovaciones. Fácil banderillero, en los medios prendió dos pares de
banderillas al quiebro y cerró el tercio con otro doble quiebro de antología.
La plaza bramó de entusiasmo y Paquirri tuvo que saludar repetidamente para
corresponder a la gran ovación que se le tributaba. Pero no acaba aquí la cosa
porque después, con la franela, el torero de Barbate estuvo valiente y torero
al realizar una variada y artística faena en la que jugó ambas manos con
maestría y singular donaire. Una estocada entera y tres descabellos finiquitó a
su enemigo y erre que erre, el presidente siguió en su absurda postura de
desoír la unánime demanda de trofeos. Se ganó por su injusto proceder otra
bronca y Paquirri dio una celebrada vuelta al ruedo. En el quinto, ya no tuvieron
más remedio que otorgarle la oreja, pues el muchacho toreó muy bien con el
capote y tras banderillear con soltura a un toro que esperaba , realizó otra
excelente labor muletera en la que desarrollo un amplio y variado tratado de
tauromaquia. Templado, mandando y ejecutando superiormente el toreo, cinceló
varias series de derechazos, naturales y pases de pecho y a la hora de los
adornos se mostró pinturero y valiente a carta cabal. Mató de una estocada a un
tiempo y esta vez sí, le otorgaron la oreja, con fuerte petición de otra y
triunfal vuelta al anillo.
Paquirri en un natural. |
Lo que ha hecho esta tarde en el coso de La Condomina
Ángel Teruel, no es para contarlo, es para verlo. Un sueño de torero es este
muchacho que viene a salvar al toreo de tanta monotonía, de tanta vulgaridad.
Es Ángel Teruel un torero de tales dimensiones y calidades que cada día nos
deja más perplejos con sus progresos. Su cabeza y su sentido asombroso de la
lidia, del toreo mismo, nos tiene sorprendidos. Porque es muy difícil estar en
la plaza con la soltura, con el sitio, con la natural arrogancia, con la
majestad y la seguridad con que él anda. Su sentido extraordinario del toreo,
su capacidad para resolver toda clase de problemas, es patrimonio de los que
han llegado a ser figuras de época. Todo en su quehacer tiene un porqué, un
motivo y un fin. Es un torero que torea con sentido de la lidia y no una
máquina de pegar pases, tan al uso. Como aficionados, como enamorados de esta
incomparable fiesta de los toros, saludamos la presencia de Ángel Teruel en los
ruedos.
Poca fuerza tiene su primero, pero él supo desarrollar
una perfecta teoría de temple, de armonía, al saludarle con unas verónicas
pletóricas de elegante facilidad y después, con la franela, una faena de torero
de amplios recursos, de arte extraordinario, de maestría suma, en la que los
derechazos fueron extraordinarios y los naturales, los de pecho, modélicos.
Cómo sería que esta vez el rigor presidencial no valió y tras matar a su
enemigo de una gran estocada, le otorgó con toda justicia la oreja de su
enemigo, con la que dio una aclamada vuelta al ruedo en unión de sus compañeros
de terna. Pero con haber estado soberbio en este toro, donde llegó a la cumbre
de la perfección, fue en el toro que cerró plaza con el que el capote en sus
manos fue brisa suave en el lance fundamental de la verónica. Y la plaza se
vino abajo ante cuatro verónicas y media de remate. Y después, con la franela,
la ligazón perfecta de los muletazos, el gusto, el sentido estético de su
toreo, la majestuosa ejecución de sus naturales y derechazos, de sus pases de
pecho, solo tuvieron rival en el temple, en el suave y lento mover de la tela
torera, en ese llevar embarcado y toreadísimo a su enemigo que había sabido
prender con la franela adelantada para culminar el pase hasta más allá de donde
el mando hace posible el milagro del muletazo sentido y hondo. Una faena de las
que no se ven a menudo, en la que sentimos y gustamos el toreo en toda su
verdad. Y para demostrar que por algo es matador de toros, media estocada que la
firmarían gustosos los más grandes virtuosos de la suerte que en el toreo han
sido. La plaza bramó de incontenible entusiasmo, saltaron al ruedo una nube de
aficionados, le cogieron en volandas y en medio del clamor general, salió de la
plaza en hombros en unión de sus compañeros de terna, mostrando os máximos
trofeos, las orejas y el rabo conseguidos.
Vino a sustituir a un maestro insustituible: Antonio
Ordóñez y bien podemos decir que ha hecho honor a la sustitución. El Rey,
Antonio Ordóñez, tiene ya en verdad un príncipe heredero: Ángel Teruel.
Un jovencísimo Ángel Teruel |
Puedes ver las crónicas de la Feria de Murcia 1967 completa en: http://www.segunlamaneradever.com/products/murcia-feria-6-a-9-de-septiembre-1967/
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