lunes, 4 de julio de 2016

PAMPLONA, FERIA DEL TORO 1966 (I)

Pamplona marca el cénit de la temporada taurina. Sus fiestas de San Fermín, con su colorido y fuerza vital, son las más populares de España junto con la Feria sevillana. Dia tras día, la alegre algarabía de música y cantos de los peñistas, se funde con los olés de los primeros lances toreros. La bien o mal llamada “Feria del Toro”… vamos a intentar resumir a ustedes lo que ha dado de sí este San Fermín de 1966.




Primera de Feria 7-7-66

DOS OREJAS PARA SANTIAGO MARTÍN “EL VITI”

En esta primera corrida de la serie sanferminera, se han lidiado seis ejemplares de María Teresa Oliveira. Un encierro muy bien presentado, fino de lámina y espléndido de trapío que ha peleado superiormente con los montados y para los toreros de a pie no ha ofrecido peligro.

Paco Camino se ha hecho ovacionar con fuerza al saludar al primero de la tarde con siete verónicas y media y al quitar por iguales lances. Su labor muletera, desarrollada preferentemente sobre la mano izquierda tuvo esa calidad que el diestro sevillano sabe imprimir a todo cuanto lleva a cabo. Naturales de largo trazado, pases de pecho y adornos garbosos. Faena de altos vuelos que no tuvo el adecuado premio de trofeos por precisar de dos pinchazos, media y descabello para ver morir a su enemigo. Ovación con saludos desde el tercio. Al cuarto le instrumentó cinco verónicas imponentes de temple y garbo. Con la muleta, pese a que el toro embestía con la cara alta, estuvo en plan torero y artista ligando series de muletazos sobre ambas manos de gran calidad. Mató de media y se le volvió a ovacionar con fuerza. Al sexto le realizó su quite de oro con tres chicuelinas y remate de revolera que pusieron al público en pie.

Santiago Martín “El Viti” ha sido el único espada de la terna que ha cortado trofeos en esta primera sanferminera. Su hondura, su verdad, su valor y clásico estilo le han deparado continuas muestras de entusiasmo. Al primero le toreó muy bien a la verónica. El toro llegó a la muleta quedándose un poco corto pero el de Vitigudino, a fuerza de embarcarle, le cuajó una excelente labor. Mató de estocada y descabello y se le ovacionó con salida al tercio. En el quinto, Santiago brilló a gran altura con capote y muleta llevando a cabo una labor meritísima en una faena plena de dominio, armonía y temple. Pese a matar de pinchazo, estocada y descabello, la plaza se llenó de pañuelos y se le otrogaron las dos orejas en medio de gran entusiasmo, saliendo en triunfo de la plaza al final des festejo.

José Manuel Inchausti “Tinin” ha estado a punto de cortar la oreja al primero de su lote, pero la espada le ha privado del merecido galardón. Había llevado a cabo una labor plena de aciertos en una faena sobre ambas manos empleándose con reposo y arte al torear por redondos, naturales y de pecho. Pero a la hora de emplear la espada, han pintado bastos en dos pinchazos y una estocada desprendida. Al sexto lo saludó con unas verónicas de fiesta mayor. Fue una pena que el toro llegase a la muleta sin emplearse. Tinín estuvo con él en plan torero caro y le sacó muletazos sobre ambas manos que se jalearon. Mató de dos pinchazos y estocada con dos golpes de cruceta y se le ovacionó.

Segunda de Feria. 8-7-66

OREJA PARA DIEGO PUERTA Y EL PIREO. UNA GRAN FAENA DE PACO CAMINO.

No había terminado la alegre algarabía de música y cantos de los peñistas, cuando Diego Puerta, que lanceaba entre oles al primer Atanasio, fue cogido por éste con aparato, salvándose de verdadero milagro, ya que el toro le buscó en el suelo con ganas de herir. Pero lejos de asustar el percance al diestro sevillano, la cogida vino a ser como un clarinazo que le puso en pie de combate y pese a resultar medio conmocionado, volvió al toro con más ímpetu y se fajó materialmente con él en cuatro verónicas y media que pusieron al público en pie. Y desde ahí para arriba, aquello fue una sinfonía Wagneriana. Sentido y peligrosidad tenía el toro pero Diego se entregó por fueros de su casta y torería y así, exponiendo la piel en cada muletazo, construyó una brillante labor muletera. Mató de un metisaca y la plaza blanca de pañuelos pidió la oreja para el sevillano, que paseó el trofeo entre ovaciones. El cuarto es manso, cobarde y deslucido y el de san Bernardo se la juega con él en una faena plena de entrega, empleando preferentemente la mano diestra. Mató de una estocada corta y se le tributó una gran ovación con petición de oreja.

El bullicioso y alegre público pamplonica ha cometido esta tarde una injusticia con Paco Camino. Su primer toro salió abanto, buscando saltar y saliendo suelto de los montados. Cortaba por el pitón derecho y Paco, que le había toreado muy bien con el capote, llevó a cabo una extraordinaria labor muletera ejecutada preferentemente sobre la mano zurda. Sin forzar la figura, adelantando el engaño, tirando suave y templadamente del toro, jugando la cintura y rematando limpiamente el muletazo, instrumentó una treintena de pases fundamentales a los que ponía remate con forzados de ocho largos y hondos. Tras rematar la obra con adornos garbosos y pintureros, logró la estocada que fue tan protestada por el público por producir derrame. Pero el público ha de saber que no todos los toros que mueren por derrame están desollados, pues en ocasiones, como ocurrió hoy, pese a estar la estocada en lugar correcto, sufren derrame externo. La gran faena se quedó sin trofeos y el espada, visiblemente contrariado, recibió la ovación desde la boca del burladero. El quinto no tiene lidia lucida de forma alguna por lo que lo trasteó con brevedad y lo pasaportó de pinchazo y estocada volviendo a enfadarse el público.

Y en el tercer toro el público, que no el aficionado volvió a hacer gala de su desconocimiento. Pero lo que es insólito es que la presidencia y su asesor caigan en el mismo error del reglamento. Se había hecho ovacionar El Pireo en los lances de saludo al tercero de la tarde que frenaba ante los capotes. El toro derribo en dos ocasiones y a la tercera se partió el pitón derecho por la cepa al clavar éste en el suelo. Dos varas más tomó la res, pero ante la protesta del público, el presidente sacó el pañuelo verde y mando devolver al toro a los corrales. En su lugar saltó a la arena uno de Álvarez que dio en conjunto regular juego. Con él El Pireo llevó a cabo una extraordinaria labor. Sentado, seguro y artista, toreó sobre ambas manos. Derechazos, naturales, de pecho y adornos finales tuvieron altura y calidad. Por ello, cuando despachó a su enemigo de media estocada bien puesta, se le otorgó la oreja con petición de otra. El sexto es manso, blando de manos y gazapón. El Pireo está con él breve y aseado y lo mata de pinchazo y estocada siendo aplaudida su labor.
La corrida de Atanasio Fernández dio mal juego, cosa que no es corriente en esta divisa.

Tercera de Feria 9-7-66

LA MIURADA DEFRAUDÓ

De los seis toros de Miura anunciados en un principio para el festejo de hoy, solo se pudieron lidiar cuatro, ya que dos de ellos se mataron en una pelea en los corrales y uno de los cuatro que saltaron al ruedo, hubo de ser devuelto también antirreglamentariamente. El toro, que fue lanceado entre oles por Antonio Bienvenida, se partió el pitón izquierdo al acudir por primera vez al caballo. El sobrero de Pérez Angoso fue saludado por unas verónicas de elegante trazo. La labor muletera la inició el maestro con cuatro muletazos sentado en el estribo en los que se jugó la piel y que fueron premiados con oles. Después siguió toreando por derechazos y naturales en los que la suavidad en el correr la tela torera, el garbo y la elegancia de su quehacer entusiasmaron. Después el toro se vino abajo y cuando lo pasaportó de una estocada se le premió con una gran ovación. El cuarto salió cojeando de la pata derecha donde tenía un puntazo. El maestro lo lanceó entre oles y el Miura llegó acusando este defecto de la cojera al trance final. Mató de estocada y volvió a ser ovacionado.

Para Fermín Murillo fue el único Miura que embistió con bondad, el único que tuvo cincuenta muletazos y se los dio el torero baturro. Llevo a efecto una buena faena con pases sobre ambas manos. Mató de tres pinchazos y estocada  y dio la vuelta al ruedo, El quinto de Pérez Angoso fue un manso al que condenaron a banderillas negras. Breve trasteo de Murillo que despachó a su enemigo de dos medias, una corta, dos pinchazos, estocada caída y dos descabellos. No pasó nada.

El primero de Andrés Vázquez fue un auténtico Miura. Sentido, peligrosidad y ese estar al acecho de la cornada que tienen los toros de Miura. El de Villalpando lo toreó muy bien con el capote y le hizo un quite por chicuelinas premiado con una gran ovación. A la muleta llegó la res arrollando mucho y Andrés estuvo muy valiente y dominador, exponiendo lo indecible para sacar al difícil animal varios muletazos sobre la diestra que se ovacionaron. Mató de cuatro pinchazos, estocada y descabello y se le ovacionó. En el sexto de Miguel Higueros, el de Villalpando estuvo extraordinario al lancear a la verónica como al ejecutar lances idénticos con remate de revolera en el quite. El toro, tras tomar dos varas se vino abajo aplomado y con cortísima arrancada. Andrés le sacó muletazos sobre ambas manos a fuerza de exponer. Mató de una gran estocada y se le despidió con una gran ovación al abandonar la plaza.

Quinta de Feria. 11-7-66

EL DIA DE BAYONA

Pamplona celebraba el día de Bayona. La Plaza del Castillo estaba en plena ebullición de hispanos y franceses. Toreaba Antonio Ordóñez. Llenazo total. Con él, Fermín Murillo y José Fuentes ante seis toros de Torrestrella, ganadería de don Álvaro Domecq.

Está visto que en Pamplona todo es distinto. No falta un sólo día en que no se produzca la anécdota. Hoy ha sido en el primer toro del festejo. La res remató contra el burladero y resultó conmocionada. El toro quedó como muerto y hubo que apuntillarlo en el mismo ruedo. El sobrero era de Villamarta y Ordóñez lo recibe con cinco verónicas que el público premia con una gran ovación al rematar con medio lance finísimo. El del Marqués llega a la muleta cayéndose y sin fuerza. Curro Castañares, el prestigioso cronista taurino del diario "Ya", dice a nuestro lado: "cuando un toro se le cae a cualquiera, no tiene importancia, pero cuando se le cae a Antonio Ordóñez, el público se enfada". Breve trasteo en busca de sacar partido al inválido y cuando ve que el aliño es imposible, lo pasaporta de una corta en buen sitio. Al cuarto lo saluda con verónicas plenas de calidad. El toro tras tomar cuatro varas, llega a la muleta con acusado peligro. El rondeño a fuerza de maestría y de inteligencia le ha sacado muletazos en los que la eficacia ha estado por encima del toro, Un toro de esos que a decir de los castizos "venía a por el dinero de la temporada". Ordoñez ha estado breve, seguro y firme en la lidia de tal regalito. De su arte quedaron esos muletazos diestros instrumentados en el primero de su lote en los que dejó patente su maestría y su calidad inconfundible. 

A Fermín Murillo le han tocado los únicos toros manejables del encierro. Dos toros que han dado buen juego con los que ha estado bien con capa y muleta. . Mató al segundo de la tarde de media, pinchazo y estocada y no gustó la cosa. Al quinto lo pasaportó de una corta y descabello. 

José Fuentes, el elegante torero de Linares, ha tenido una brillante actuación toreando superiormente con el capote a la verónica y en quites. Su primero toro se partió el pitón derecho al rematar contra el burladero. ¿Cuántos toros llevan partiéndose los pitones en esta feria?... La lidia de este su primer enemigo transcurrió en medio de la injustificada protesta de las peñas, pues esta vez, al fin, el presidente observó el reglamento y no devolvió el toro. Se imponía la brevedad y Fuentes hizo eso. Mató de estocada. El sexto llegó a la muleta con corta arrancada, soso y sin clase, El joven matador de Linares logró muletazos de mucha clase toreando con reposo y buen arte sobre ambas manos. Pero precisó de seis entradas por lo que se quedó sin el premio grande. Fue despedido con una ovación. 

Los toros de don Álvaro no ayudaron al lucimiento de los espadas alternantes, aunque cumplieron con los montados. 

Sexta de Feria 12-7-66 

LA ESTOCADA DE LA FERIA A CARGO DE EL VITI. 

Se celebraba esta tarde en esta mal llamada "feria del toro" la fiesta del árbol. O eso ha sido, al menos, lo que hemos pensado al ver cómo iban saliendo los toros del heredero del Conde de la Corte. Cornalones, con buena presencia, pero que han hecho todo el gasto en fachada, sin que por dentro llevasen bravura, pujanza y casta. Sólo ha habido un toro, el cuarto, que ha cumplido muy bien con los montados, derribando en dos ocasiones y tomando otro puyazo con codicia. A este toro se le dio la vuelta al ruedo. 

El primero del hierro condal, acusó ya de salida blandura de manos e hizo una pelea deslucida con su embestida gazapona y pegajosa. Miguelín, que se había hecho ovacionar en los lances de saludo, prendió entre alardes de valor, poderío y maestría, dos impresionantes pares de banderillas que le valieron otras tantas ovaciones. La faena, iniciada con cinco muletazos sentado en el estribo, fue una continua porfía valerosa, una entrega del torero que tenía que esperar mucho a su enemigo que le entraba al paso. Mató de media y se le ovacionó con saludos. Al cuarto de la tarde lo lanceó superiormente a la verónica y banderilleó de forma colosal. Dos pares de banderillas en los que el torero dio todas las ventajas a su enemigo, cuadró en la cara y levantando los brazos, clavó limpiamente los palos. La ovación debió escucharse en Algeciras y Miguel tuvo que saludar repetidamente para corresponder al entusiasmo del público. La labor muletera fue un alarde de poderío y de valor. Naturales, redondos y de pecho así como sus personalísimos pases de espaldas en los que pasó a su enemigo en asustantes apreturas. Mezcla de toreo ortodoxo y moderno y con tales ingredientes alcanzó el éxito. Mató de una estocada y se le otorgó la oreja. 

Santiago Martín El Viti se hizo ovacionar en el primero de su lote al torear de forma superior con el capote. Lances en los que el de Vitigudino dejó impronta de su estilo recio y magnífico. El del Conde de la Corte llegó al trance final andarín y pegajoso. Pero el oficio del torero salmantino que sabe lo que se trae entre manos, sacó muletazos de mucho mérito sobre ambas manos hasta que el toro se vino definitivamente abajo y dejó de embestir. Mató de pinchazo y dos medias y se le ovacionó. El quinto es uno de los toros de más impresionantes pitones que recordamos haber visto en nuestra vida. Astifino y tocado, causaba pavor el solo mirarlo. Pero Santiago no se impresionó y haciendo gala de su sobrio y sincero estilo, lo lanceó con la verdad por delante, con la verdad de cinco verónicas que le valieron una gran ovación al rematar con la media final. Tras tomar el toro dos varas, acusó blandura llegando a la muleta embistiendo con la cara alta y media arrancada. El Viti logra derechazos y naturales muy meritorios pero que el público vocinglero no supo apreciar. Es injusto este trato ingrato que tiene el mocerío con toreros que se juegan la vida. Tan injusto e ingrato que va a terminar con que las figuras del toreo rehúyan de esta feria en la que se da más importancia a la bota de vino y a las bromas que a la exposición de estos hombres que salen dispuestos a darlo todo. Pese a ello, Santiago mata al Conde de la Corte de forma irreprochable. Valía un cortijo pasar, cruzar limpiamente jugando el brazo y enterrando todo el acero en el morrillo por las impresionantes velas de la res. Una estocada limpia, honrada todo verdad y pureza, con la misma verdad y pureza con que Santiago Martín El Viti está en el toreo. Le ovacionaron, pero el torero, contrariado, solo agradeció los aplausos desde el callejón. 


Venía José Fuentes a sustituir a Diego Puerta indispuesto por la tremenda voltereta sufrida en la segunda corrida de ésta feria. Y en corrida de tanta responsabilidad José ha estado en tono mayor toda la tarde y al final le ha sido premiado su arte y su valor con la oreja del toro que cerraba plaza. El primero de su lote era un toro manso que intentó varias veces saltar al callejón. Las verónicas de saludo y su quite por chicuelinas tuvieron la impronta de su arte personalísimo. La faena tuvo un toque de templada grandeza y pese a que el toro se vino abajo, logró hacerse ovacionar toreando en redondo y al natural. Mató de pinchazo y media estocada y escuchó ovación con saludos. En el que cerró plaza, el buen hacer de José Fuentes brilló con luz propia. El toro cumplió en varas y llegó a la muleta con la cara alta. José se dobló rodilla en tierra con él y tras ese prologo torerísimo, le pasó series de pases diestros en los que no cabe mayor armonía ni mayor temple, así como varias series de naturales con remates de pecho que le valieron la música y ovaciones. Se le premió con la oreja al pasaportar a su enemigo de una estocada al encuentro, Fue despedido con una gran ovación al abandonar la plaza.



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