viernes, 8 de julio de 2016

PAMPLONA, FERIA DEL TORO 1966 (II)

Séptima de Feria 13-7-66

ANTONIO I DE RONDA Y EL MARQUES DE VILLALPANDO TRIUNFAN APOTEOSICAMENTE.

Antonio Ordóñez ha dictado hoy una tesis doctoral sobre la lidia de dos mansos. De cómo se deben torear dos toros faltos de casta, sosos y distraídos que embisten con la cara alta y con gazapeantes acometidas. Su capote templado artístico y hondo ha mostrado un toreo a la verónica en el que no cabe mayor plasticidad. Ambos Domecq querían salir sueltos, huir de la seda, pero vano empeño porque ahí estaba una y otra vez el capote del rondeño  para embarcarles, inyectando bravura y celo en dos toros sosos y deslucidos. A su primer enemigo lo metió en su muleta en siete muletazos por bajo y una serie de pases en redondo de un toreo templado y lentísimo. Y entre serie y serie, como broche adecuado, los pases de pecho zurdos y diestros de gran calidad. La faena tuvo como contrapunto final cinco trincherazos antológicos que colmaron el entusiasmo de las gentes, pero no tuvo el brillante remate de la estocada y hubo de precisar de cuatro pinchazos antes para ver rendido a su enemigo. El Cuarto además de manso es distraído y gazapón. Del capote de Antonio volvieron a brotar verónicas de desmayados acentos y con la muleta volvió a entusiasmar en una faena de museo, obligando a que la res tomase poco a poco el engaño hasta que lo siguiese con cierto agrado. A su labor muletera no se le puede poner ni un pero. Pases en redondo, los naturales de larga curvatura, los de pecho y ayudados por alto cargando la suerte, todos tuvieron hondura de cante grande. Mata de pinchazo y gran estocada y la plaza se cubre de pañuelos. Oreja, petición de otra y paseo entre ovaciones.

Andrés Vázquez, marqués de Villalpando torero, Belmonte castellano, ha dado en esta corrida sanferminera buena prueba de su calidad torera. Su triunfo en el quinto de la tarde ha sido el de la sobriedad y la maestría. Ya cuando se abrió de capa en los lances de saludo en cuatro verónicas y tres chicuelinas se abrió una puerta a la esperanza. Y cuando llevó a su enemigo al caballo en cuatro chicuelinas galleadas el entusiasmo subió de tono. Requirió el zamorano a petición del respetable, los rehiletes y en unión de ese extraordinario banderillero que es el portugués Mario Coelho, interpretó un segundo tercio imborrable. Fue el banderillero por delante con un par de poder a poder espléndido, siguió el maestro con otro de igual factura y cuando cerró Mario con uno portentoso al cambio, la plaza se vino abajo de tan sonora ovación. Ya con la mecha encendida, brindó Andrés al respetable y ahí quedó la gran faena de un torero castellano que aúna la sobriedad de la tierra que le vio nacer con el garbo y el arte de los toreros mediterráneos. De su muleta brotaron limpia y pausadamente series de muletazos sobre ambas manos en los que el temple y el mando fueron la base sobre los que se elevó su éxito. Una faena llena de inspiración y hondura. La lentitud en el correr de la tela y el temple que imprimía a sus muletazos naturales y derechazos fue para verlo. Una gran faena que tuvo como remate una gran estocada que tiró sin puntilla al de Juan Pedro. Se le otorgaron las dos orejas y el rabo en medio de un gran alborozo. El espada pidió y obtuvo la vuelta al ruedo para su enemigo y en triunfal recorrido por el ruedo, con gesto noble que le engrandece, entregó una oreja a su peón Mario Coelho, dando en unión del resto de la cuadrilla, triunfal vuelta. El primero del zamorano llegó con corta acometida y sin lucimiento posible. Andrés le sacó algunos muletazos a fuerza de porfiar. Mató de pinchazo, estocada y dos golpes de cruceta y saludó desde el tercio.

El tercer espada de la terna fue el valeroso y artista torero cordobés Manuel Cano El Pireo. El joven matador de toros de la tierra de los califas tuvo una tarde, si no triunfal en cuanto a corte de trofeos, sí muy lucida ya que en ambos toros estuvo muy bien con el capote y lucidísimo en quites. Con la faena realizó dos esplendidas faenas en las que dejó en evidencia su calidad y su probado valor. El sexto de la tarde le cogió con aparato aunque sin consecuencias. Fue ovacionado en su primero y tuvo petición de oreja en el sexto con triunfal vuelta en medio de una gran ovación al abandonar la plaza.
La corrida de Juan Pedro Domecq ha tenido más de mala que de buena. Cuatro toros mansos, uno, el quinto, premiado con vuelta al ruedo y un sexto que cumplió. Al final del festejo, Andrés Vázquez y su banderillero Mario Coelho fueron sacados en hombros por la puerta grande.

Andrés Vázquez saliendo en hombros del coso pamplonica.
Foto: Portada "El Ruedo" Num. 1.152


Octava de Feria 14-7-66

LA CORRIDA CONCURSO RESULTÓ, COMO SE ESPERABA, UN FRACASO.

Está visto que una minoría vocinglera e irresponsable está  poco a poco adulterando el auténtico espíritu de los sanfermines. Unas fiestas todo colorido y buen humor, que están desembocando en chabacanería a ultranza. Una minoría de las peñas de sol que actúan con menosprecio a los otros espectadores y a los propios toreros. Quieren una corrida concurso cuando no se respeta a los que en ella intervienen, se protesta sistemáticamente la lidia, imprescindible en estos festejos, más que en ningún otro y no se sabe apreciar el esfuerzo que hacen los lidiadores para vencer peligros y dificultades. El espectáculo de esta tarde en el coso pamplonica dice muy poco a favor de estas fiestas.

El primero toro de la tarde perteneció a la vacada de Juan Pedro Domecq que sale suelto. Antonio Bienvenida lo recoge con unos buenos lances. Cuatro veces fue el del campo jerezano al caballo- En la primera no hizo nada notable pero en la segunda acudió con alegría, cumpliendo en las restantes. A la muleta llegó con poca fuerza. El veterano maestro le realizó una entonada y torera labor con pases sobre ambas manos pese a que su enemigo se le quedaba corto y era molestado por el fuerte viento. Mató de pinchazo y estocada y se le ovacionó. El cuarto del ganadero de la tierra don César Moreno sale huido y barbeando en tablas. Un manso total que sale suelto de los caballos, coceó y dio pésimo juego en las cuatro varas que tomó. Esperó en banderillas y llegó a la muleta falto de celo con la cara alta y sin querer pelear. Bienvenida trata de ahormarlo con unas inteligentes dobladas pero el toro no tiene lucimiento posible. No tiene fortuna con el acero pues el toro no le ayuda y al pasar el tiempo suena un aviso. Bronca, ovación de gala para el de don César Moreno para el que incomprensiblemente la solana pidió la vuelta.  

El segundo de la tarde es de Miura. Pesa 545 kilos y tiene todas las peligrosas características de los toros de la temible vacada, con sentido y tirando hachazos impresionantes. Cinco veces acude al caballo y en la que no sale suelto, se repucha y sale huyendo como alma que lleva el diablo. Jesús Córdoba le realiza una faena valerosa, aguantando coladas y gañafones de los que se salva de milagro. Breve y eficaz, lo pasaporta de una entera y ya se pueden figurar. Unos le aplauden y los de enfrente, lo otro. El quinto es de M. Teresa  Oliveira. El mejicano se hace ovacionar en las verónicas de saludo. Cumple en las cuatro varas que tomó aunque sin nada extraordinario. Con la muleta logra pases en redondo y al natural en los que queda de manifiesto la clase del espada. Mata de media y es aplaudido.

Antonio Ordóñez, que tanto quiere a Navarra y a sus fiestas, de las que es gran propagandista, ha sido hoy el blanco de todas las injusticias del mocerío de solana. Le recibieron con pitos en el paseo y le despidieron con bronca de almohadillas. El primero de su lote, de don Atanasio Fernández se frena ante el capote, echa las manos por delante y sale de estampida en cuanto puede que es casi siempre. Cinco veces fue al caballo y siempre salió rebrincado, suelto y doliéndose al hierro y coceando. También se duele en banderillas y llega a la muleta áspero y con genio no presentando pelea nunca.  Se imponía el aliño con tal ejemplar y eso fue lo que hizo el rondeño, que estuvo lidiador y como estoqueador imponente al pasaportarlo de una estocada. Bronca. No bien hubo saltado a la arena el sexto de la tarde, de don Álvaro Domecq, Antonio lo saludó con siete lances y media verónica que fue ovacionada. Antonio lo cuidó con sentido admirable y lo puso en suerte como debe ser para que se viese la bravura del jerezano en toda su pureza. Lo abrió tres metros fuera de la raya y el toro se arrancó con alegría en cuatro ocasiones, con codicia. Barroso lo picó superiormente, pegándole lo preciso, atendiendo las órdenes del rondeño. Se cambió el tercio y en los medios bordó el cuatro verónicas y revolera final. La sombra aplaude y el sol abronca. Intenta Ordoñez la reconciliación con las peñas de sol e intenta brindar el toro. Se lo impiden en medio de un gran griterío. El torero desiste de su propósito. Cinco por alto torerísimos son como el pórtico a la gran faena. Sin zapatillas pues al parecer se le salen, prosigue toreando sobre la mano diestra. Muletazos de increíble temple y lentitud. Y en medio del desaforado griterío de la solana, el de Ronda siguió dando curso a su toreo. La mano izquierda, de frente, con el de pecho y la verdad de su toreo por delante. Los pases de pecho remates de las series, los adornos elegantes y torerísimos. Rodó a sus pies "Escultor" haciendo de la suerte suprema un ejemplo y una norma, al conjugar en corto y por derecho, los tres tiempos y lograr una estocada en la misma cruz. Se desbordó el entusiasmo y se le otorgaron las dos orejas con las que dio la vuelta al ruedo. Pidió y obtuvo la vuelta al ruedo para el toro de Torrestrella que al final sería declarado como ganador del trofeo en disputa.

Antonio Ordóñez con sus hijas, vestidas a lo pamplonica,
 disfrutando de "los sanfermines"
Foto: "El Ruedo" Num. 1.152


La corrida extraordinaria. 15-7-66

DOS OREJAS PARA RAFAEL ORTEGA Y UNA PARA LITRI. PRESENTACIÓN DE PALOMO LINARES EN PAMPLONA.

Gran expectación reinaba en torno a esta corrida extraordinaria. En ella reaparecían en Navarra Rafael Ortega y Miguel Báez "Litri" y se presentaba el joven matador de toros Sebastián Palomo Linares. Tarde desapacible y casi lleno.

La corrida comenzó a torearse en la mañana. Tres de los toros del encierro enviado por los Herederos de Carlos Núñez fueron sustituidos por otros tantos ejemplares de don Miguel Higueros y después, el mal estilo, la mansedumbre y el mal juego dado en conjunto por las reses estuvo a punto de torcer el curso del festejo.

Rafael Ortega saludó al primero de la tarde de Núñez con siete verónicas de clásica ejecución que se acogieron con grandes muestras de entusiasmo. Tras tomar una vara, solicitó Rafael el cambio de tercio y tras brindar al público su labor muletera, llevo a cabo una excelente labor. Una faena en la que ambas manos se emplearon de firme en la perfecta ejecución de derechazos, naturales y de pecho, entre música y ovaciones. Mató de una gran estocada y pese a que el puntillero le levantó el toro, hubo premio de dos orejas para el gran torero de la isla. El cuarto es de Miguel Higueros y Rafael lo recoge con cinco verónicas y media muy toreras. Cumple el toro con los montados y llega a la muleta aplomado y enganchando mucho con sus escobillados pitones. Rafael está con él valiente y extraordinario como torero. No se cansa de estar en la cara del toro y le realiza una faena de gran mérito. Mata de dos pinchazos, pues el toro se le arrancó en varias ocasiones inopinadamente y por fin logra la estocada que mata sin puntilla. Gran ovación para Rafael Ortega que saluda desde el tercio.

Este Miguel Báez Litri es un torero de tal valor que no cambia el color por mucho que sea el peligro que encierren los toros que tenga por delante. Su primero salió con la cara en las nubes, huido e intentando saltar al callejón. El de Huelva  lo saluda con seis verónicas de emocionante ejecutoria que le valen los primeros olés. El toro mansurronea con los montados y toma las cabales. Miguel inicia la faena con unos doblones por bajo en busca de ahormar la descompuesta cabeza de su enemigo, lo que no consigue. Pero como el onubense tiene casta, le realiza una vibrante labor muletera en la que se jugó la cornada en cada muletazo  pues el toro se le quedaba muy corto y con la cara alta, buscando con peligro. Más valiente que el toro, Miguel torea sobre ambas manos  entre ovaciones del público. La faena, de orejas, se queda sin premio pues tras la estocada, hubo de precisar de cinco golpes de cruceta para abatir a su enemigo. Escuchó una gran ovación que agradeció desde el tercio. Pero no podía la casta torera de El Litri salir de esta Pamplona apasionante y apasionada sin dar la medida de su valor, entrega y hombría y en el quinto toro de la tarde, de Higueros, un toro con peligro y que tiraba tornillazos impresionantes, dio la nota aguda con una faena eminentemente litrista. Fue una faena en la que Miguel se lo jugó todo en busca del triunfo. Y cortó la oreja del manso, tras pasaportarlo de una estocada y certero descabello, por lo que en ella había expuesto, porque en ella había toreado con ese sentido que de lo dramático posee este maestro, que ha estado soberbio de arrogancia y poderío.

Una difícil prueba, una dura papeleta ha constituido la presentación en Pamplona de Sebastián Palomo Linares. Porque el chiquillo ha tenido enfrente los dos toros de peor condición del encierro. Un primero de Núñez que corta por ambos pitones y que va al bulto y un sexto toro de Higueros que, tras saltar al callejón acusó mucho peligro y sentido, emplazándose y queriendo coger al más pintado. Con tales enemigos el muchacho ha estado valiente y breve, pero como esto no era lo que esperaba este público, se han enfadado con él. La verdad es que a tal lote no le pega un muletazo ni el que inventó el toreo. Estuvo breve y hábil con la espada, pero como el desencanto fue grande, le pitaron en ambos toros.

Hay que destacar la gran actuación  de Bojilla que lidió colosalmente al peligroso sexto toro. Una actuación plena de aciertos del gran peón granadino. Con los palos Luis González y Finito de Triana, teniendo el primero que saludar montera en mano tras dos pares imponentes.
Y nada más, hasta aquí lo que ha dado de sí esta Feria del Toro pamplonica de 1966. Desde la capital navarra Curro Fetén, servidor, se despide de todos ustedes  deseándoles muy buenas noches.-

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