Comentario a la corrida de toros celebrada esta tarde
en Málaga, dentro de su tradicional Feria de Agosto, según la manera de ver de Curro Fetén,
servidor de ustedes.- 3-8-67
Una delicia, un puro deleite es ver torear al rondeño,
pero cuando además se siente inspirado, la majestad, el duende y el empaque de
su toreo único hace que los aficionados la gocen en grande. Tener sentido
torero, esto es, torear adecuadamente a cada toro, es muy difícil, pero más difícil
es tener el sentido estético y de belleza que tiene el maestro de Ronda. La
medida, el ritmo, el son que imprime a su capote, el temple de su muleta, es
toreo por cante grande, martinetes de la Cava. Ese pellizco, ese sentir el
toreo con sabor y empaque, ese hacerlo fácil a fuerza de ser difícil, es
patrimonio exclusivo de artistas que como Ordóñez, son figuras de la fiesta.
Torear con gusto, con recreo, con sentimiento, desde que el toreo existe, se
pueden contar con los dedos de una mano y aun sobrarían dedos, las figuras que
lo han hecho. Y esta tarde Antonio ha sido más que nunca el artista de la
máxima calidad que con su toreo suave, rítmico y rico en los más bellos
matices, hace obras de arte en cada lance. Dueño y señor del lance fundamental,
verónicas dignas de figurar en las antologías toreras, dictando con su fácil y
natural ejecutoria, las normas del templar, mandar y cargar la suerte. El más
puro aire rondeño, preñado de madreselvas y romero ha movido su capote con
suavidad extraordinaria, componiendo cuadros de plasticidad única. Y con la
muleta, cuarenta pases lentos, pausados, limpios desde la iniciación al remate,
ligados y templados al máximo. Series de
derechazos y naturales a los que ha puesto el contrapunto de los pases de pecho
y los adornos garbosos y pintureros. Una gran estocada, con excelente estilo,
deja para el arrastre a su enemigo y Antonio recorre el ruedo en triunfo
recogiendo el tributo de los aficionados que habían premiado su gran faena con
las dos orejas y el rabo.
Ordóñez en un desplante al cuarto de la tarde. |
En su primero, un toro que salió frenando ante los
capotes, montado con la cara arriba y
que salió suelto de los caballos, poco o nada cabía hacer, salvo lidiarlo con
el sentido y conocimiento propio de un maestro. El toro se quedaba bajo la
muleta y buscaba en todo momento. El de Ronda estuvo con él breve y eficaz. Lo
mató de estocada y fue aplaudido. Una gran tarde del Rondeño.
JOSE FUENTES no ha tenido suerte con el acero. De
haber estado mas afortunado, sus dos labores muleteras hubieran sido premiadas
con trofeos. Porque el gran maestro de Linares, en esa línea de torería
auténtica y de superación constante que hemos advertido en su toreo, ha estado
sencillamente magistral. Su muleta ha lucido extraordinariamente en series de
derechazos, naturales y de pecho. Pases en los que ha templado y corrido la
mano dando a su toreo una sinceridad y una autenticidad dignas de alabanza. Dos
faenas modélicas en las que José Fuentes ha dejado una vez más patente su
condición de torero fino y elegante, de torero poderoso y artista de los que
torean y no de los que da pases al tun tun. Elegante y con sentido, Fuentes ha
toreado como deben torear los que quieren dejar huella en la fiesta. Después,
el acero le ha dejado sin trofeos, pero el regusto de sus dos labores muleteras
ha quedado en todos los paladares. Por ello, aunque no ha cortado orejas, le
contamos como auténtico triunfador.
PEDRIN BENJUMEA resultó conmocionado en el que cerró
plaza. El muchacho se había apretado en los lances de saludo. El toro, que
salió suelto de los montados, llegó al trance final quedándose corto, pero él a
fuerza de aguantarle, de pisarle su terreno, le cuajó un excelente trasteo que
llegó con fuerza a los tendidos. No pudo completar su arrogante labor muletera,
pues el toro, al quedársele corto, le cogió con aparato, quedando conmocionado,
por lo que fue retirado a la enfermería en tanto que el rondeño pasaportaba al
de Núñez de una estocada. Pero antes, en el tercero de la tarde, el personal
estilo de Benjumea, su valor sin trampa y su entrega, brillaron con luz propia
al torear apretadamente a la verónica y realizar una faena valentísima en la
que expuso lo indecible en series de muletazos sobre ambas manos ligadísimos,
en los que se jugó la piel. La faena tuvo garra y vibración y cuando el
toro, le embestía descompuesto, Pedro lo
salvaba logrando muletazos muy emotivos. Media estocada dejaba para el arrastre
a su enemigo y Benjumea paseó por el ruedo la oreja del campo gaditano en
medio del clamor unánime del público.
Y nada más, hasta mañana a esta misma hora, Curro
Fetén, servidor, les desea a todos muy buenas noches.-
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