miércoles, 12 de octubre de 2016

ZARAGOZA. FERIA DEL PILAR 1966

ANTOÑETE, JOSÉ FUENTES Y TININ DIERON AL AFICIONADO UNA EXTRAORDINARIA TARDE DE TOROS.

Comentario a la corrida de toros celebrada esta tarde en Zaragoza, tercera de su feria del Pilar, según la manera de ver de Curro Fetén, servidor de ustedes.- 14-10-66

"Antoñete", José Fuentes y "Tinin"

     La corrida de esta tarde ha terminado con una clamorosa ovación que el público puesto en pie tributaba a los tres espadas que a lo largo de la jornada habían dado al aficionado una extraordinaria tarde de toros. Antonio Chenel “Antoñete”, José Fuentes y José Manuel Inchausti Tinin, hubieron de corresponder destocados a la gran ovación que el público les tributaba. Y es que la verdad, cada uno en su estilo, dentro y por encima de la medida que les habían deparado sus lotes, habían estado en plan de toreros cabales.

     Del encierro de Vicente Charro de Murga hubieron de ser desechados dos toros y en su lugar se sortearon otros tantos de doña Ana Romero, los cuales se lidiaron en cuarto y sexto lugar. Todos estuvieron muy bien presentados y dieron el juego que quedará reflejado en nuestro comentario. Al tercer toro de Vicente Charro de Murga se le premió con la vuelta al ruedo.

     Que Antoñete es un artista extraordinario no es algo que vayamos a descubrir nosotros ahora, pero si alguno dudase de ello ahí ha quedado su magnífica faena al primero de la tarde. Con su innata elegancia, con su bello estilo, el diestro madrileño ha toreado de forma insuperable a la verónica y con la franela ha compuesto una bella faena en la que la suave ejecución de los muletazos, el temple y el arte que supo imprimirles, cautivaron a todos. Era admirable como llevaba a su enemigo toreado en derechazos de gran calidad. Pases en los que templó de forma magistral y a los que puso ese sello de suprema calidad que tiene su toreo. Las ovaciones sonaban tan fuerte que ahogaban la música que sonaba en su honor desde los primeros muletazos. Pero la cumbre de su obra torera quedó marcada en unos naturales portentosos de dominio y temple de suprema calidad. Naturales largos, perfectamente iniciados y mejor rematados. Naturales ligados con perfectos pectorales que enardecieron a las gentes. Hubo adornos garbosos y toreros y hasta alardes de valor de unos molinetes de rodillas y otros pases por alto de gran ajuste. Cómo sería su faena, qué calidad y pureza, que pese a salir indiscreta la punta del acero en la primera estocada y con otra que mató sin puntilla, se le otorgó la oreja de su enemigo con cuyo galardón dio aclamada vuelta al ruedo. El cuarto toro salta de salida al callejón y tras tomar tres varas, llegó a la muleta falto de fuerzas, quedándose corto y doblando de manos. No pasaba el toro, que hizo una lidia a la defensiva. Antoñete hizo lo que cabía hacer con tal res, faena de aliño, justa y medida y lo mató de estocada y descabello a la primera. No gustó la cosa a aquellos que no quieren ver las pésimas condiciones de la res y se manifestaron injustamente en contra del fino artista.

     José Fuentes ha triunfado en esta su primera corrida en esta importante y dura feria. De su capote han surgido prodigios de temple y armonía con unas verónicas plenas de donaire y autenticidad y en un quite por chicuelinas superlentas que han entusiasmado muy justificadamente. Poca fuerza tuvo su primero que tomó dos varas y dobló las manos. Llegó a la muleta con buen son. José lo metió en ella con unos suaves doblados para, ya entre música y oles, torear muy bien sobre la diestra y al natural, cerrando las series con apretados pectorales y abaniqueos finales, todo ello haciendo gala de su espléndido estilo torero, del temple admirable de su muleta y del juego magnífico de su muñeca. Mató de dos pinchazos, estocada y descabello y hubo vuelta triunfal al ruedo para el de Linares. Pero donde alcanzó un triunfo clamoroso fue en el quinto de la tarde, un toro que tomó una sola vara a petición del espada. El espigado artista, como una aguja de seda y oro clavada en el ruedo, bordó el toreo. El toreo puro, toreo de verdad, sencilla y difícilmente magistral. Toreo de suprema naturalidad, de pases largos, perfectos, pausados y rítmicos. Los derechazos fueron cosa definitiva y si es el toreo al natural, para que contarles. Se veía correr milímetro a milímetro la franela y tras ella, a dos dedos, los pitones del toro, que templadamente embebido en ella, iba y venía por caminos de torería autentica, que iban a desembocar en forzados de pecho de pitón a rabo.  Un primor de faena, un monumento al buen gusto, a la verdad y a la pureza del toreo. Mató de pinchazo y gran estocada sin puntilla y hubo dos orejas y fuerte petición de rabo como premio a tan extraordinaria labor. Y aún hubo de recorrer por dos veces el ruedo entre manifestaciones de entusiasmo. Una gran tarde de José Fuentes.

     Y el otro triunfador grande de la jornada es Tinín. Un Tinín que está insuperable de arrogancia, maestría y arte con su primer toro. Un Tinín que torea maravillosamente con el capote a la verónica y que cuaja una faena de escándalo. Había tenido que saludar montera en mano Moreno de Córdoba por dos pares de banderillas, especialmente el primero que prendió, cuando Tinín se dispuso a iniciar su gran obra torera. El muchacho de Madrid esta soberbio en su muletear templado y mandón. Su facilidad extraordinaria hace que el toro vaya largo, perfectamente toreado, en derechazos de gran calidad y belleza y naturales en los que no se puede templar más ni se puede poner mayor gusto que él ha puesto. Porque esta tarde, Tinín ha toreado para él, para su propio deleite y gozo, para que su nombre figure con letras de oro en los anales del coso maño. Faena de pases largos, enormes, en los que marcaba la pauta de su torería sin mácula, de su valor y de su valer de figura auténtica del toreo. Una faena variada, medida y justa, perfecta de principio a fin. Una faena que le hace figurar entre los mejores muleteros del momento, de las que encumbran a un torero. Por ello, cuando rodó a sus pies el del campo charro de una soberbia estocada, se le otorgaron las dos orejas y el rabo en medio del clamor general, dando dos triunfales vueltas al ruedo entre el clamor admirativo de los aficionados. El sexto, de doña Ana Romero, toma dos varas y llega a la muleta quedándose corto y tardeando. Tinín está soberbio de entrega, porfiando valerosamente contra la deslucida condición de su enemigo, que toma el engaño con la cara alta. Faena de veinte o veinticinco muletazos sacados a contra pelo, en la que hace gala de sus deseos y buena disposición de ánimo. Lo mata de media y descabello y se le premia con una gran ovación al abandonar el ruedo.


     Y nada más, hasta mañana a esta misma hora, Curro Fetén, servidor, les desea a todos, muy buenas noches.-

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