APOTEOSIS CAMINISTA CON SEIS TOROS DE CUNHAL PATRICIO
Comentario a la corrida de toros celebrada esta tarde en
Badajoz, según la manera de ver de Curro Fetén, servidor de ustedes. 28-6-67
La nueva plaza de Badajoz, moderna y cómoda como era
de esperar, ha sido el escenario de este último festejo de la feria pacense, que
marca un hito importantísimo en la historia del toreo. En él, Paco Camino, el
gran torero de Camas, se ha encerrado sólo con seis toros de Cunhal Patricio,
bien presentados, pero de desigual juego, con los que ha hecho auténticas maravillas.
El éxito del gran torero sevillano ha sido de los que
quedan como recuerdo. Porque esta tarde, el genio de Camas ha brillado y de su
capote y muleta ha brotado el mejor y más auténtico toreo. Unas verónicas
plenas de mando, de suavidad y temple, han ido manando de su capote con la
facilidad de lo natural, sin afectaciones ni rebuscamientos. Verónicas que han
tenido esa enorme virtud de la sencillez que le han dado grandeza
extraordinaria. Y en quites, no podía faltar su “quite de oro” por chicuelinas,
en las que el torero se ha superado a sí mismo dándole a la suerte tal regusto,
tal maestría y tan encantadora gracia, que la plaza se ha volcado en ovaciones.
Cuando salió a la arena el quinto, hincó las dos
rodillas en el suelo y lo saludó con una larga en la que midiendo a la perfección
a su enemigo, le dio la salida justa, sin atropellos, natural y fácilmente.
Pero dentro de todo lo bueno que se ha llevado a cabo con el capote, lo que le
ha hecho a este quinto de la tarde, ha
sido capítulo aparte. Tras la larga de rodillas, vinieron unas verónicas a pies
juntos empalmadas con unas chicuelinas de alboroto. Como de alboroto fueron las
tres gaoneras, con remate de larga cordobesa, que instrumentó en el quite y que
le valieron tan clamorosa ovación que tuvo que saludar montera en mano.
Y en la lidia, en la dirección, estuvo seguro y
eficaz, tanto en la colocación de las reses en suerte para ser picadas, como al
sacarlas del caballo y en el medir y dosificar el castigo a sus enemigos. Algo
insólito, algo muy difícil de hacer si no se tiene el sentido torero que él
posee. Por ello, el aficionado le consagró como figura impar de la fiesta, como
torero igualmente largo que artista.
En su primero, un toro manso que se quiso quitar el
palo en las dos varas que tomó y que llegó a la muleta sin emplearse, cuajó un
excelente trasteo compuesto de muletazos sobre ambas manos, en los que templó y
mandó de maravilla. Lo mató de superior estocada y descabello a la segunda y
paseó por el ruedo las dos orejas que le fueron otorgadas con todos los votos
favorables.
El segundo de la tarde tiene poca fuerza, pero Paco le
lleva con mimo y cuidado y a base de llevar la muleta a media altura y
cuidarle, le cuaja muletazos de muy buena factura. Lo pasaportó de pinchazo y
media lagartijera y hubo petición de oreja y gran ovación con saludos, no
queriendo el artista dar la vuelta al ruedo.
El tercero sale echando las manos por delante,
frenando y saliendo suelto, pese a derribar con poder en la primera entrada. A
la muleta llegó la res con acusada aspereza y revolviéndose con peligro, pero
Camino le realizó una torerísima labor, plena de dominio y mando en la que
domeñando el genio y la aspereza de la res, logró series de muletazos sobre
ambas manos que entusiasmaron. Un pinchazo y media estocada fueron el pasaporte
para el toro de la vacada portuguesa y al sevillano se le otorgó una oreja con
petición de otra y aclamada vuelta.
Al cuarto le formó un alboroto al torearlo a la
verónica y con la muleta le realizó una faena portentosa con pases de todas las
marcas. Una media estocada puso en el tiro de mulillas a su enemigo y en medio
del delirio del público, paseó por el ruedo las dos orejas y el rabo de su
enemigo.
El quinto toro marcó el cenit de su triunfo. En este
toro Paco remontó la gloria al torearle con el capote y realizarle la mejor faena
de la tarde, su tarde, en la que había toreado de forma magistral. Su labor
muletera la inició con cinco muletazos por alto rodilla en tierra, para
proseguir ya entre el general entusiasmo, toreando con la mano izquierda. El
torero adelantaba la muleta, prendía en ella a su enemigo y en el momento del
embroque, echaba la pierna para adelante, cargando la suerte como mandan los
cánones más añejos. Cada pase era una lección de bien torear y un clamor
unánime del público, entregado a ese arte maravilloso del camero, que templando
y mandando soberbiamente, remataba el pase con una limpieza y una armonía
únicas. Los pases de pecho de remate de las series, fueron solemnes y largos y
los derechazos, molinetes, los pases de costadillo, los kikirikis, una pura
maravilla. La gran sinfonía torera tuvo el adecuado remate de una gran estocada
que mató sin puntilla. La plaza, que ya pedía los máximos galardones mediada su
labor, se cubrió de pañuelos en demanda de trofeos y le fueron concedidas las
dos orejas y el rabo, en tanto que los aficionados pedían a coro la pata de la
res para el triunfador, que tuvo que dar dos triunfales vueltas al ruedo. Algo
asombroso.
El que cierra plaza tiene poquísima fuerza, tan poca
que apenas si se tiene en pie, pese al cuidado con que Paco le pasa de muleta
en su deseo de redondear la tarde con un nuevo éxito. Pero no puede ser, es un
inválido que al menos esfuerzo rueda por los suelos. Algunos muletazos diestros
suministrados con gran mimo y lo pasaporta de media y dos descabellos y entre
los gritos de torero, torero, da la vuelta al ruedo y le sacan en hombros de
unos entusiastas.
En resumen: una gran tarde de Paco Camino en la que se
ha mostrado en toda su dimensión de lidiador y artista de gran calidad. Un gran
remate a una triunfal Feria Taurina de la ciudad de Badajoz.
Y nada más, hasta mañana a esta misma hora, Curro
Fetén, servidor, les desea a todos muy buenas noches.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario