ANTOÑETE, JOSÉ FUENTES Y TININ DIERON AL AFICIONADO UNA
EXTRAORDINARIA TARDE DE TOROS.
Comentario a la
corrida de toros celebrada esta tarde en Zaragoza, tercera de su feria del
Pilar, según la manera de ver de Curro Fetén, servidor de ustedes.- 14-10-66
"Antoñete", José Fuentes y "Tinin" |
La corrida de esta tarde ha terminado con
una clamorosa ovación que el público puesto en pie tributaba a los tres espadas
que a lo largo de la jornada habían dado al aficionado una extraordinaria tarde
de toros. Antonio Chenel “Antoñete”, José Fuentes y José Manuel Inchausti
Tinin, hubieron de corresponder destocados a la gran ovación que el público les
tributaba. Y es que la verdad, cada uno en su estilo, dentro y por encima de la
medida que les habían deparado sus lotes, habían estado en plan de toreros
cabales.
Del encierro de Vicente Charro de Murga hubieron
de ser desechados dos toros y en su lugar se sortearon otros tantos de doña Ana
Romero, los cuales se lidiaron en cuarto y sexto lugar. Todos estuvieron muy
bien presentados y dieron el juego que quedará reflejado en nuestro comentario.
Al tercer toro de Vicente Charro de Murga se le premió con la vuelta al ruedo.
Que Antoñete es un artista extraordinario
no es algo que vayamos a descubrir nosotros ahora, pero si alguno dudase de
ello ahí ha quedado su magnífica faena al primero de la tarde. Con su innata
elegancia, con su bello estilo, el diestro madrileño ha toreado de forma
insuperable a la verónica y con la franela ha compuesto una bella faena en la
que la suave ejecución de los muletazos, el temple y el arte que supo
imprimirles, cautivaron a todos. Era admirable como llevaba a su enemigo
toreado en derechazos de gran calidad. Pases en los que templó de forma
magistral y a los que puso ese sello de suprema calidad que tiene su toreo. Las
ovaciones sonaban tan fuerte que ahogaban la música que sonaba en su honor
desde los primeros muletazos. Pero la cumbre de su obra torera quedó marcada en
unos naturales portentosos de dominio y temple de suprema calidad. Naturales
largos, perfectamente iniciados y mejor rematados. Naturales ligados con
perfectos pectorales que enardecieron a las gentes. Hubo adornos garbosos y
toreros y hasta alardes de valor de unos molinetes de rodillas y otros pases
por alto de gran ajuste. Cómo sería su faena, qué calidad y pureza, que pese a
salir indiscreta la punta del acero en la primera estocada y con otra que mató
sin puntilla, se le otorgó la oreja de su enemigo con cuyo galardón dio
aclamada vuelta al ruedo. El cuarto toro salta de salida al callejón y tras
tomar tres varas, llegó a la muleta falto de fuerzas, quedándose corto y
doblando de manos. No pasaba el toro, que hizo una lidia a la defensiva.
Antoñete hizo lo que cabía hacer con tal res, faena de aliño, justa y medida y lo
mató de estocada y descabello a la primera. No gustó la cosa a aquellos que no
quieren ver las pésimas condiciones de la res y se manifestaron injustamente en
contra del fino artista.
José Fuentes ha triunfado en esta su
primera corrida en esta importante y dura feria. De su capote han surgido
prodigios de temple y armonía con unas verónicas plenas de donaire y
autenticidad y en un quite por chicuelinas superlentas que han entusiasmado muy
justificadamente. Poca fuerza tuvo su primero que tomó dos varas y dobló las
manos. Llegó a la muleta con buen son. José lo metió en ella con unos suaves
doblados para, ya entre música y oles, torear muy bien sobre la diestra y al
natural, cerrando las series con apretados pectorales y abaniqueos finales,
todo ello haciendo gala de su espléndido estilo torero, del temple admirable de
su muleta y del juego magnífico de su muñeca. Mató de dos pinchazos, estocada y
descabello y hubo vuelta triunfal al ruedo para el de Linares. Pero donde
alcanzó un triunfo clamoroso fue en el quinto de la tarde, un toro que tomó una
sola vara a petición del espada. El espigado artista, como una aguja de seda y
oro clavada en el ruedo, bordó el toreo. El toreo puro, toreo de verdad, sencilla
y difícilmente magistral. Toreo de suprema naturalidad, de pases largos,
perfectos, pausados y rítmicos. Los derechazos fueron cosa definitiva y si es
el toreo al natural, para que contarles. Se veía correr milímetro a milímetro
la franela y tras ella, a dos dedos, los pitones del toro, que templadamente
embebido en ella, iba y venía por caminos de torería autentica, que iban a
desembocar en forzados de pecho de pitón a rabo. Un primor de faena, un monumento al buen
gusto, a la verdad y a la pureza del toreo. Mató de pinchazo y gran estocada
sin puntilla y hubo dos orejas y fuerte petición de rabo como premio a tan
extraordinaria labor. Y aún hubo de recorrer por dos veces el ruedo entre
manifestaciones de entusiasmo. Una gran tarde de José Fuentes.
Y el otro triunfador grande de la jornada
es Tinín. Un Tinín que está insuperable de arrogancia, maestría y arte con su
primer toro. Un Tinín que torea maravillosamente con el capote a la verónica y
que cuaja una faena de escándalo. Había tenido que saludar montera en mano
Moreno de Córdoba por dos pares de banderillas, especialmente el primero que
prendió, cuando Tinín se dispuso a iniciar su gran obra torera. El muchacho de
Madrid esta soberbio en su muletear templado y mandón. Su facilidad
extraordinaria hace que el toro vaya largo, perfectamente toreado, en
derechazos de gran calidad y belleza y naturales en los que no se puede templar
más ni se puede poner mayor gusto que él ha puesto. Porque esta tarde, Tinín ha
toreado para él, para su propio deleite y gozo, para que su nombre figure con
letras de oro en los anales del coso maño. Faena de pases largos, enormes, en
los que marcaba la pauta de su torería sin mácula, de su valor y de su valer de
figura auténtica del toreo. Una faena variada, medida y justa, perfecta de
principio a fin. Una faena que le hace figurar entre los mejores muleteros del
momento, de las que encumbran a un torero. Por ello, cuando rodó a sus pies el
del campo charro de una soberbia estocada, se le otorgaron las dos orejas y el
rabo en medio del clamor general, dando dos triunfales vueltas al ruedo entre
el clamor admirativo de los aficionados. El sexto, de doña Ana Romero, toma dos
varas y llega a la muleta quedándose corto y tardeando. Tinín está soberbio de
entrega, porfiando valerosamente contra la deslucida condición de su enemigo,
que toma el engaño con la cara alta. Faena de veinte o veinticinco muletazos
sacados a contra pelo, en la que hace gala de sus deseos y buena disposición de
ánimo. Lo mata de media y descabello y se le premia con una gran ovación al
abandonar el ruedo.
Y nada más, hasta mañana a esta misma hora,
Curro Fetén, servidor, les desea a todos, muy buenas noches.-
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