domingo, 14 de mayo de 2017

JEREZ, FERIA DEL CABALLO 4-5-67

LOS TRES ESPADAS SALEN EN HOMBROS. PRIMERA DE FERIA EN JEREZ.

Comentario a la corrida de toros celebrada esta tarde en Jerez, primera de su feria, según la manera de ver de Curro Fetén, servidor de ustedes. 4-5-67

Jerez, tierra de vinos, toros bravos y caballos, celebra su feria de la primavera. La tradicional feria jerezana de mayo goza en toda Andalucía la Baja de un gran predicamento y en ella se dan cita los mejores jinetes y los toreros más afamados. Jerez bulle en fiestas y el principal aliciente, no hace falta decirlo, son las corridas de toros. 
Cartel anunciador de la
 Feria del Caballo 1967
.

Y en esta primera corrida, toros con genio y aspereza en su mansedumbre, de don Juan Pedro Domecq, han concurrido los nombres señeros de Miguel Báez Litri y de Antonio Ordóñez con el reaparecido Juan Antonio Romero que en este festejo y ante sus paisanos, volvía a empuñar espada y muleta recobrando su antigua categoría de matador de toros. Cartel interesante el confeccionado por la Empresa Belmonte y que ha llevado a la plaza a lo mejor y más selecto de la afición andaluza.
Volvía MIGUEL BÁEZ LITRI a los ruedos tras su grave percance de la feria sevillana y bien podemos decir, como era de esperar, que el choquero ha vuelto como si nada hubiese pasado, sin más recuerdo del amargo trance que un esparadrapo bajo el labio inferior. Un corazón valiente y una responsabilidad de figura grande del toreo. Miguel ha toreado muy bien con el capote a sus dos toros y sus verónicas y gaoneras, así como las chicuelinas de sus quites, le han valido grandes ovaciones. El primer toro de la tarde, salía suelto de la muleta, sólo se le podía ligar  dos o tres pases, pues el toro únicamente pensaba en huir, Miguel al fin pudo encelar a su enemigo y ahí surgió una faena de neto corte litrista que entusiasmó muy justificadamente a los aficionados. Mató de una gran estocada y se le otorgaron las dos orejas con triunfal vuelta. Al toro, se le dio la vuelta al ruedo. Creemos que no la merecía, pues un toro que toma una sola vara y sale suelto y hace una pelea sin clase, no merece tal premio. Mejor aún estuvo con el cuarto de la tarde, un toro pegajoso y con acusado temperamento, al que toreó muy bien sobre ambas manos, ligando series de derechazos, naturales, de pecho y otros con la vista puesta en los tendidos, que se jalearon con fuerza. Faena de orejas por el temple, mando y ligazón que tuvo y por el aguante y exposición que puso a contribución el diestro, pero que quedó sin premio por precisar, al no dejarle pasar el toro, de tres pinchazos, estocada haciéndolo todo el torero y cuatro golpes de cruceta. En recuerdo a la gran faena, se le ovacionó con saludos desde el tercio.
ANTONIO ORDÓÑEZ ha dado otra lección extraordinaria de lo que es la verdad del toreo: poderío, dominio y maestría. Porque esta tarde jerezana fría y con desapacible viento, Antonio Ordóñez ante un toro manso que quiso quitarse el palo y salió suelto y coceando, le hizo lo que había que hacerle. Primero, ese toreo de poder, todo cabeza y mando para encelarle y enseñarle a embestir y después, bordar el toreo en toda su grandeza. Sus verónicas en el traer y llevar, tejer y destejer el lance fundamental, parecían dormirse en la ejecución para que el toro se entregase al fin en su constante puntear, sin rozar la seda que el maestro manejaba con primor. No era un toro para la faena que los aficionados esperan siempre del genio creador del Mago de Ronda. Pero por algo Antonio es quien es y en unas dobladas magistrales, enceló a su enemigo, limó asperezas y le enseñó a embestir. Y con la natural sencillez de su quehacer extraordinario, bordó redondos y naturales en los que el toro parecía ir cosido a la muleta. Un pinchazo y una gran estocada pusieron en sus manos las dos orejas del de Domecq mientras la plaza seguía pidiendo el rabo para el artista.  
El segundo de su lote frena y escarba como un condenado. Antonio coge el capote y surgen cuatro verónicas y media de portento.  Barroso picó a este toro colosalmente. El Rondeño le colocó el toro en suerte, acudió la res al caballo y Alfonso le tiró el palo de forma maravillosa. La ovación fue de gala. Después, el toro llegó a la muleta con media arrancada, revolviéndose en un palmo y derrotando. Era uno de esos toros que dejan en ridículo al más pintado. Pero no pudo con el de Ronda que le metió en su muleta en unos doblones extraordinarios en los que el toro con el mal aire de sus hachazos, pone la nota de emoción. Mató de media estocada y un metisaca y se aplaudió su correcta lidia e inteligente labor muletera.  
Reaparecía en este festejo JUAN ANTONIO ROMERO. Había actuado durante varias temporadas a las órdenes del rondeño y por consejo de éste, ha vuelto a empuñar espada y muleta. Y creemos que esta decisión ha sido un acierto. Ha vuelto Juan Antonio Romero y el ciclón de Jerez, como se le llamaba antes, ha soplado con fuerza y le ha hecho cosechar un triunfo grande en el primero de su lote, al que le ha cortado las dos orejas y el rabo en medio del mayor entusiasmo. Juan Antonio ha toreado muy bien a la verónica y en quites ha realizado uno, con el capote a la espalda, francamente extraordinario. Su labor muletera, labor de torero revolucionario y con garra, la ha iniciado con una pedresina de rodillas, para continuar toreando con ambas rodillas en tierra  en pases ayudados por alto de gran emoción. Ya de pie, ha sabido manejar la franela de forma excelente en derechazos u pases de pecho y sobre todo en varias series de naturales de perfecto mando y temple que ha ligado con el forzado de pecho.  Ni que decir tiene que la gran faena llegó con fuerza a los tendidos. Buena prueba de ello es que cuando mató a su enemigo de una gran estocada, la plaza se cubrió de pañuelos y se le otorgaron las dos orejas y el rabo de su enemigo, dando aclamada vuelta al ruedo. El sexto sale suelto y se quiere quitar el palo en cuantas veces acudió al caballo. Juan Antonio le toreó a la verónica, banderilleó con su habitual facilidad y le realiza una faena valentísima, aguantando coladas y tarascadas del manso. Expuso ciertamente mucho el jerezano, que se empleó de firme en el continuo exponer sobre una y otra mano en pases de gran mérito. Mató de una gran estocada y fue paseado en hombros por el ruedo y sacado así de la plaza.
Juan Antonio Romero, el torero de la tierra.

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