Comentario a la corrida de toros celebrada esta tarde
en Zaragoza, segunda y última de su feria de primavera, según la manera de ver
de Curro Fetén, servidor de ustedes.
1-5-67
Llenazo impresionante en el coso zaragozano a la hora
de hacer el paseo las cuadrillas capitaneadas por Antonio Chenel “Antoñete”,
Manuel Benítez El Cordobés y Francisco Rivera Paquirri, para lidiar toros de
don Vicente Charro, que dieron en conjunto regular juego y mansurronearon con
los caballos de los que salieron sueltos.
ANTOÑETE ha estado esta tarde de Zaragoza con grandes
deseos de agradar. Su primero salió suelto de los capotes y hasta intentó
saltar al callejón. A la muleta llegó con la cara alta, derrotando y defendiéndose
por su falta de fuerza. El torero madrileño le instrumentó varias series de
muletazos sobre la izquierda que se jalearon cumplidamente. Mató de media
estocada y fue premiado con una ovación con saludos. Esto había sido la tarjeta
de presentación del Antoñete de las grandes solemnidades que vendría después a
lo largo de la lidia del cuarto manso de Vicente Charro. A este cuarto toro
Antoñete lo toreó de maravilla. Muletazos templados, suaves y mandones en los
que llevando superiormente toreado a su enemigo, dio a las suertes un sentido y
una plasticidad verdaderamente admirable. Fue una completa lección del mejor arte
torero y los aficionados se entusiasmaron con la perfecta ejecución de los
naturales, derechazos y pases en redondo que pusieron en los paladares ese
sabor a cosa plenamente lograda, a la calidad que tiene el toreo de este gran
maestro. Cobró como remate una gran estocada y en medio de una gran ovación
recorrió el ruedo en triunfo en dos ocasiones siendo portador de las dos orejas
y el rabo de su enemigo, al que inmerecidamente se le dio la vuelta al ruedo,
por lo que fue pitado, ya que aunque dócil, fue manso. Un gran triunfo de
Antoñete, que ha toreado con ese buen gusto y esa maestría que le catalogan como una gran
figura del toreo.
Página de "El Ruedo" que recoge el gran triunfo de Antoñete en la corrida de hoy. |
EL CORDOBES ha cortado las dos orejas en su primero y
una al quinto de la tarde. Ha apasionado hasta el frenesí, ha hecho que la
emoción subiera de punto en sus dos toros y además, por si fuese esto poco, ha
toreado y ha matado con rara perfección. Pero el de Palma del Río tiene
seguidores incondicionales y también gracias a dios, detractores irreconciliables. Aficionados que
acuden a las plazas de toros para verle al microscopio todos sus defectos y con
lentes opacas, sus muchas virtudes, como esa de estar exponiendo hasta más allá
de lo posible en sus dos toros, en los que ha aguantado con impavidez
extraordinaria los tornillazos que le han tirado sus enemigos que han tomado
los engaños muy descompuesta y ásperamente.
En su primero se ha hecho ovacionar con fuerza al
torear con el capote en los lances de saludo y al quitar por apretadas
chicuelinas en las que arrimó un horror. Su faena muleteril, brindada al
público, la inició con uno de sus pases del molinillo para continuar incansable
en el exponer, toreando sobre una y otra mano, haciendo alardes del mejor toreo
y de su valor inagotable. Faena de las suyas, de las que hace que los tendidos
bramen alborotados y en la que los desplantes geniales, su inspiración
revolucionaria, hicieron que los chispazos de pasión aflorasen como siempre con
fuerza inusitada. El Cordobés sigue siendo El Cordobés, el que apasiona, el que
alborota, el que hace que la fiesta arda de pasión y de polémica. Mató de una
estocada y paseó en triunfo por el ruedo las dos orejas de su enemigo,
recogiendo toda clase de prendas de vestir y flores. El quinto es manso, sale
suelto llega también a la muleta descompuesto, echando la cara arriba y
enganchando mucho. Pero esto no es impedimento para que Manuel exponga, le
consienta y se arrime como siempre, jugándose la piel sin darle la menor
importancia. Y por fueron de su aguante extraordinario, de su continuo jugarse
la vida, surgió una faena extraordinariamente emotiva, una faena en la que no
dio reposo a las emociones y en las que el corazón de gigante se impuso al feo
estilo de su enemigo. Tanto se arrimó que en un derechazo el toro no tuvo más
que alargar la cara para cogerle con aparato, pasárselo de pitón a pitón tirándole
unos hachazos impresionantes en el aire y cuando volvió a recogerlo en el
suelo. La impresión fue grande pero por fortuna la Virgen de Belén estuvo al
quite y Manolo salió sin otro daño que la paliza tremenda. Sin mirarse se
levantó y tras unos muletazos apretados por alto, cobró una estocada que
refrendó con un descabello y se le otorgó una oreja, aunque los antis, con sus
destempladas e injustas protestas, le hiciesen tomar la determinación de no dar
la vuelta al ruedo. Qué más pueden pedir? un toro manso, descompuesto que tira
tornillazos de miedo, un torero millonario, famoso y que se juega la piel,
hasta dejarse coger.
El Cordobés en una imagen de 1967 |
PAQUIRRI va a más, Le vemos cada día más firme, más
seguro, más reposado y mas centrado y además haciendo gala de un dominio y una
tranquilidad pasmosa. Nos ha gustado mucho en el primero de su lote, al que ha
saludado con una larga de rodillas en la que ha dejado llegar mucho a su enemigo
y que ha instrumentado limpiamente, sin agobios. Y después ha toreado con buen
juego de brazos en unos lances a la verónica que han sido justamente jaleados
por el público. El toro, que había intentado saltar, sale suelto de los
montados. Paquirri le realiza un vistoso quite por chicuelinas que se premia
con oles y ovaciones delirantes. Unas chicuelinas en las que el diestro de
Barbate deja patente su condición de artista. A petición del respetable prende
un buen par que se ovaciona y cierra con uno al quiebro muy bueno que le vale
otra prolongada ovación. A la muleta llega el de Charro punteando y cabeceando
mucho, pero el joven diestro lo mete en el engaño en unos doblones rodilla en
tierra muy toreros y le realiza después una gran faena de muleta. Dejándole meter
la cabeza y corriéndole la mano a las mil maravillas, logro pases naturales de
gran calidad y exposición que remató con el forzado de pecho entre el acompañamiento de la música
torera. Siguió recrecido y poderoso toreando superiormente al natural en pases
que convencieron a la concurrencia por su temple, mando y dominio. La mano
derecha también colaboró para el mayor logro de la bella labor y los redondos y
adornos, sobrios y elegantes, colmaron la copa del éxito. Ha sido esta una
faena que ha consagrado a Paquirri como gran figura del toreo, como un torero
en el que caben muchas tauromaquias, como un torero de mente despejada y
corazón templado para esperar a su enemigo y ejecutar después las suertes con
elegancia y sencillez. Un gran torero, cuajado y a la vez bozalón, que dará
mucho que hablar porque le vemos que aún no ha dicho la última palabra. Mató de
un pinchazo en hueso y una gran estocada y se el premió con las dos orejas de
su enemigo, con cuyos trofeos recorrió la arena en triunfo. Pero con ser esta
faena muy buena, donde Paquirri nos ha gustado mucho ha sido a lo largo de la
lidia del sexto de la tarde. Un toro de difícil condición en el que el joven
matador de toros ha lidiado portentosamente y ha toreado con un poderío y un
sentido torero admirable. Costaba mucho estar delante de tal manso y Paquirri
ha estado con él sencillamente magistral. Sin intervención del peonaje, saludó
al manso con unos capotazos en los que evidenció su dominio de la papeleta. El
toro le frenaba, le echaba las manos por delante y le ponía los pitones en la
montera, pero él lo supo meter en su capote y le dominó bajándole los humos como
pudo. Derribó el manso en una ocasión al piquero y llegó al trance final con
media arrancada, revolviéndose en un palmo. Está valentísimo con él en pases
sobre la diestra y lo despacha de dos medias y varios golpes de verduguillo,
siendo despedido con una gran ovación.
Francisco Rivera Paquirri. Foto: "El Ruedo" 1967 |
Y nada más, hasta mañana a esta misma hora, Curro
Fetén, servidor, les desea muy buenas noches a todos.-
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